sábado, 26 de marzo de 2011

Romanticismo

El Romanticismo surge a principios del siglo XIX, encabezado principalmente por Goya, Delacroix, Friedrich y Géricault.

 Este movimiento tiene una reacción contra el espíritu racional e hipercrítico de la Ilustración y el clasicismo. A demás, favorece a la supremacía, la tendencia nacionalista, el liberalismo, la originalidad y creatividad frente a la tradicional y la imitación.

Su característica fundamental es la ruptura con la tradición clasicista basada en un conjunto de reglas estereotipadas. La libertad auténtica es su búsqueda constante, por eso es que su rasgo revolucionario es incuestionable. Debido a que el romanticismo es una manera de sentir y concebir la naturaleza, la vida y al hombre mismo que se presenta de manera distinta y particular en cada país donde se desarrolla; incluso dentro de una misma nación se manifiestan distintas tendencias proyectándose también en todas las artes.

La temática del Romanticismo se basa en paisajes, animales salvajes y domésticos; en la pintura costumbrista, la magia y la superstición. La figura pretende ser realista, no evitan mostrar el sufrimiento, la deformidad ni  la muerte.

Y por último, predomino el óleo, se desarrolló la acuarela, el dibujo y el grabado.

Imagen elegida: La balsa de la medusa.


La Balsa de la Medusa  (Francés: Le Radeau de la Méduse)  Fue hecha por el famoso pintor y litografió Francés Theodore Géricault. Es una pintura al oleo creada entre 1818 y 1819. La pintura se terminó cuando el artista tenía únicamente 27 años, el trabajo se convirtió en un icono del Romanticismo francés. La Balsa de la Medusa representa un momento de las consecuencias del naufragio de la fragata de la marina francesa Méduse, que encalló frente a la costa de Mauritania el 5 de julio de 1816. El evento llegó a ser un escándalo internacional, en parte porque sus causas fueron atribuidas a la incompetencia del capitán francés actuando bajo la autoridad de la reciente y restaurada Monarquía Francesa.

Al seleccionar esa tragedia como el tema de su primer trabajo importante Géricault conscientemente seleccionó un incidente muy conocido que pudiera generar un gran interés público y al mismo tiempo que pudiera ayudarlo a comenzar su carrera. El evento en sí fascinó al artista, y antes de comenzar a trabajar en la pintura final, emprendió una investigación intensa y produjo muchos bocetos preparativos. Entrevistó a dos de los supervivientes, y construyó un modelo detallado a escala de la balsa. Su empeño le llevó a ir a morgues y hospitales donde pudiera ver de primera mano el color y la textura de la carne de las personas agonizantes y de las que estaban muertas. Como el artista había anticipado, la pintura probó ser altamente polémica en su primera exhibición en el Salón de París de 1819, atrayendo elogios apasionados y condenas por igual. No obstante, esto estableció su reputación internacional.

Aunque La Balsa de la Medusa mantiene elementos de las tradiciones de la pintura histórica, tanto la elección del tema de la pintura como su dramática presentación, representan un rompimiento con respecto a la calma y orden de la escuela neoclasicista entonces prevalente. El trabajo de Géricault atrajo la atención casi de inmediato a partir de su primera muestra, y a la subsiguiente exhibición en Londres. Fue adquirida por el Louvre poco tiempo después de la muerte prematura del artista a los 32 años de edad. La influencia de la pintura puede ser vista en los trabajos de Eugène Delacroix, J. M. W. Turner, Gustave Courbet y Édouard Manet.

 Vale aclarar que la pintura no tiene simetría, sino que presenta más bien un desorden intencionado acorde con el tema representado.

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